Hace 800-600 millones de años
Durante los primeros 200 millones de años de existencia, los animales pluricelulares se asemejaron más o menos a las medusas, y gusanos actuales: consistían exclusivamente en tejido blando, el cual deja pocas huellas.
A medida que el contenido de oxígeno de la atmósfera siguió aumentando, y conforme había mayor disponibilidad de energía, los organismos pudieron «invertir» en partes duras que sirvieron como armas ofensivas y defensivas.
Hace unos 600 millones de años, proliferaron animales con caparazón y otras partes duras, y empezaron a dejar tras de sí fósiles lo bastante grandes como para que fueran visibles sin microscopio, y lo bastante claros como para mostrar formas de las que cabía extraer deducciones acerca de su funcionamiento. A partir de este momento, el curso de la evolución pudo reconstruirse satisfactoriamente.